25 octubre 2012

Ahora, que ya casi ha dejado de llover, un folio que anuncia que las escaleras están recién pintadas en el edificio de enfrente, es ondeado por el viento, desde mi ventana.
Oscurece. Un día muere y otro nace.

Es increíble cómo en cada espacio de mi ser navegas, y son las gotas de lluvia que cuelgan del piso de arriba, al chocar contra mi ventana, las que me lo recuerdan. 
Poesía escondida, entre letras de un "quizás"...
Tengo frío. Aún se me hace extraño abrir el armario y que tu olor no me lleve hasta encontrar la chaqueta más calentita del mundo...
Tal vez fue ese el miedo que esperé que probaras, probándolo yo.
Hace tiempo que no te escribo, y te pido perdón, pero como si de un fantasma se tratase, aunque no me hayas visto, siempre he estado por aquí.

A veces lo pienso, y casi se me ha olvidado quién eramos.
El sabor de los pelotazos compartidos.
El tacto de tu alfombra del salón.
Cómo sonaban tus labios con los míos.
A veces, te echo de menos, pero pongo una camisa roja tapando el flexo encendido, y se me pasa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario