No me cuentes tu vida.
No me des la mitad de lo que ya no quieres.
No olvides que el dolor es lo que un golpe recuerda de nosotros,
y si lo tocas,
puede despertarse,
pensar de nuevo en ti.
No me hables del pasado
-si quieres encontrar respuestas, corre
en dirección contraria a las preguntas-
ni me arrastres a un tiempo
en el que aún no sepa quién eres,
pero ya no seas mía.
¿De qué sirve arrojar peces muertos al río?
¿Por qué volver atrás a pintar la diana encima de la herida?
¿Para qué conocerte, si te puedo aprender?
Acuérdate, mi amor, de estas tres cosas:
-No existe mayor preso que el que duda entre dos puertas abiertas.
-Quienes lo saben todo de aquellos a los que aman,
sólo los aman… a pesar de todo.
-Lo que no busca nadie, deja de estar perdido.
No me cuentes tu vida,
y entonces
será sólo para ti
y para mí.
"No me cuentes tu vida."
-Benjamín Prado.
29 octubre 2012
25 octubre 2012
Ahora, que ya casi ha dejado de llover, un folio que anuncia que las escaleras están recién pintadas en el edificio de enfrente, es ondeado por el viento, desde mi ventana.
Oscurece. Un día muere y otro nace.
Es increíble cómo en cada espacio de mi ser navegas, y son las gotas de lluvia que cuelgan del piso de arriba, al chocar contra mi ventana, las que me lo recuerdan.
Poesía escondida, entre letras de un "quizás"...
Tengo frío. Aún se me hace extraño abrir el armario y que tu olor no me lleve hasta encontrar la chaqueta más calentita del mundo...
Tal vez fue ese el miedo que esperé que probaras, probándolo yo.
Hace tiempo que no te escribo, y te pido perdón, pero como si de un fantasma se tratase, aunque no me hayas visto, siempre he estado por aquí.
A veces lo pienso, y casi se me ha olvidado quién eramos.
El sabor de los pelotazos compartidos.
El tacto de tu alfombra del salón.
Cómo sonaban tus labios con los míos.
A veces, te echo de menos, pero pongo una camisa roja tapando el flexo encendido, y se me pasa.
Oscurece. Un día muere y otro nace.
Es increíble cómo en cada espacio de mi ser navegas, y son las gotas de lluvia que cuelgan del piso de arriba, al chocar contra mi ventana, las que me lo recuerdan.
Poesía escondida, entre letras de un "quizás"...
Tengo frío. Aún se me hace extraño abrir el armario y que tu olor no me lleve hasta encontrar la chaqueta más calentita del mundo...
Tal vez fue ese el miedo que esperé que probaras, probándolo yo.
Hace tiempo que no te escribo, y te pido perdón, pero como si de un fantasma se tratase, aunque no me hayas visto, siempre he estado por aquí.
A veces lo pienso, y casi se me ha olvidado quién eramos.
El sabor de los pelotazos compartidos.
El tacto de tu alfombra del salón.
Cómo sonaban tus labios con los míos.
A veces, te echo de menos, pero pongo una camisa roja tapando el flexo encendido, y se me pasa.
16 octubre 2012
09 octubre 2012
Suscribirse a:
Entradas (Atom)