03 febrero 2012

Vino, primero, pura,
vestida de inocencia.
Y la amé como un niño.

Luego se fue vistiendo
de no sé qué ropajes.
Y la fui odiando, sin saberlo.

Llegó a ser una reina,
fastuosa de tesoros
¡Qué iracundia de yel y sin sentido!

Mas se fue desnudando.
Y yo le sonreía.

Se quedó con la túnica
de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.

Y se quitó la túnica,
y apareció desnuda toda
¡Oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!

(Por que las buenas costumbres no deberían perderse nunca por el camino).

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